jueves, 6 de septiembre de 2007

Las paradojas de la economía boliviana

Las paradojas de la economía boliviana
Gabriel Tabera Soliz

La economía boliviana volvió a mostrar en el 2007 sus grandes paradojas y asimetrías, con empresarios que ganan a manos llenas, un Estado que fortalece como nunca las finanzas públicas y una economía popular cada vez más deteriorada y pobre.
En lo que va del año, según los datos oficiales, los ingresos tributarios del Estado rompieron un nuevo récord histórico ya establecido en el 2006 y aumentaron en otro 11,2 por ciento, mientras que las ganancias de las empresas, declaradas por los mismos empresarios, crecían en 20,1 por ciento, a la par que caía el ingreso real de los trabajadores en por lo menos el siete por ciento.
Estos registros consolidan y amplían lo que ocurrió en el 2006, cuando los indicadores consagraron como grandes ganadores de la política económica boliviana al Estado y a los inversionistas privados, nacionales y extranjeros, dejando en calidad de perdedores a los asalariados y población de bajos ingresos.
Los expertos coinciden en que las causas de esta cruel paradoja, que beneficia a pocos y empobrece a las grandes mayorías, radican en la base de una economía dual, que sustenta gran parte de su crecimiento en sectores intensivos en capital y orientados a la exportación de materias primas y, en segundo lugar, a la abrumadora desigualdad a la hora de repartir los beneficios del crecimiento, que se concentra en pocas manos.

Boom macroeconómico
Los indicadores oficiales hablan de que existe una bonanza macroeconómica, producto de la elevada cotización de las materias primas de exportación en el mercado internacional y de la política oficial orientada básicamente a preservar la estabilidad y los grandes equilibrios a nivel interno.
Como muy pocas veces en la historia nacional, hay superávit en el comercio exterior y en las finanzas públicas, las exportaciones superan los cuatro mil millones de dólares y las reservas internacionales se acercan a esa millonaria cifra, cuadruplicando los niveles del pasado quinquenio. El auge alcanza al sistema financiero privado, a los exportadores de materias primas, a la par que cae la deuda externa y retorna con fuerza la inversión extranjera.
El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) no escatima elogios para la actual administración económica. “Se han registrado superávits significativos en la cuenta corriente externa y las reservas internacionales netas han alcanzado niveles máximos históricos. La situación fiscal ha mejorado notablemente y (...) la deuda pública de Bolivia ha disminuido en forma sustancial”.

Más pobreza y desigualdad
Lo que no se dice, sin embargo, es que con un crecimiento económico cercano al cuatro por ciento (3,9 por ciento a junio, según el registro del Ministerio de Hacienda), la economía nacional está generando anualmente un promedio de 130 mil nuevos pobres, advierte el economista George Gray. Se estima que se necesita por lo menos un crecimiento del seis por ciento al año para que no aumente la pobreza.
Otros a los que no les llega los beneficios del crecimiento son a los casi 300 mil desocupados, que tienen cero de ingresos y que van camino a la indigencia, arrastrando en su caída a su entorno familiar.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de las organizaciones laborales señalan, además, que el creciente costo de vida, traducida en el aumento de la inflación, ha ocasionado la pérdida del poder adquisitivo de los salarios e ingresos del conjunto de los trabajadores en 6,43 por ciento, hasta finales de julio.
Este deterioro se agravó mucho más en agosto, producto de la espiral de agio y especulación que encareció los productos de la canasta familiar. En La Paz, por ejemplo, se estima oficialmente que tan sólo en agosto hubo un incremento de precios de los productos alimenticios (carne, abarrotes y otros artículos básicos de consumo) en casi siete por ciento.
Con ello, en lo que va del año, los trabajadores y los sectores más empobrecidos de la población ya habrían perdido más del diez por ciento del poder adquisitivo de sus ingresos y salarios, reduciéndose su consumo en más de una décima parte.
Motivos más que suficientes para que la Central Obrera Boliviana (COB), por boca de su dirigente Pedro Montes, intente reactivarse y convoque a la movilización social contra el alza de precios de los productos de consumo y en demanda de un incremento salarial que no se esfume con la inflación.
“Con el salario mínimo de 500 bolivianos no se puede vivir (…) Sin exagerar, en nuestro pliego petitorio estamos pidiendo 1.800 como mínimo nacional y en la canasta familiar para una familia de cinco miembros de 6.700 bolivianos. Hemos ido por los mercados y eso es lo que cuesta mantener una familia de cinco miembros”, dice el líder de la COB, Pedro Montes que asegura que actualmente “los obreros están ganando 800 bolivianos, 1.000 bolivianos que no alcanza para nada. Nuestros compañeros jornaleros están con 400, con 500 bolivianos”.

Más ingresos para el fisco
Muy diferente es la situación de las finanzas públicas. Según el Ministerio de Hacienda, los ingresos tributarios del Estado alcanzaron en los primeros seis meses del 2007 su pico más alto de su historia contemporánea, al llegar a 10.960,2 millones de bolivianos (casi 1.400 millones de dólares). Con relación al primer semestre del 2006 hay un crecimiento del 11,2 por ciento y en comparación con el 2005 de cerca del 80 por ciento.
En términos absolutos, el aumento de los ingresos efectivamente recibidos por el Estado es de casi 140 millones de dólares con relación a un periodo similar del 2006 y de cerca de 400 millones de dólares al primer semestre del 2005.
Esta tendencia ya fue marcada por Hacienda en los primeros tres meses del 2007. Hasta antes de 1996, los ingresos tributarios del primer trimestre estaban por debajo de los mil millones de bolivianos y hasta antes del 2004 no superaban los dos mil millones, por lo que las actuales cifras (por encima de los cinco mil) representan más del doble de lo obtenido en el 2004, cuando se recaudó casi 2.500 millones de bolivianos.
El informe oficial señala que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que es el más importante del sistema impositivo registró en el periodo de análisis, un crecimiento equivalente al 15,4 por ciento con relación al mismo periodo de 2006.

Ganancias empresariales
En el sector privado, las ganancias son enormes y extraordinarias. Según los datos del Ministerio de Hacienda, las ganancias oficialmente declaradas por las medianas y grandes empresas aumentaron, en promedio, casi al doble entre los primeros semestre del 2005 y del 2007. En el último año, las ganancias empresariales crecieron en 20,1 por ciento.
En este periodo, los mayores niveles de ganancia estuvieron entre las grandes empresas exportadoras de minerales, gas y de agroindustriales del oriente, que recibieron utilidades adicionales extraordinarias por el aumento internacional de los precios de las materias primas.
Así, por ejemplo, las empresas mineras, especialmente las transnacionales y las de la minería mediana, y en menor proporción las cooperativas y empresas chicas, obtuvieron en el 2006, además de sus ganancias habituales, otros 500 millones de dólares en ganancias adicionales extraordinarias, sin tener que aumentar la producción ni sus costos de operación.
En lo que va del 2007 estos beneficios netos adicionales aumentaron mucho más, lo que se refleja, según Hacienda, “en el Impuesto a las Utilidades Mineras que creció en 426,4 por ciento, situación que muestra el buen momento que atraviesa el sector minero en el mercado internacional, producto de la creciente demanda en los países asiáticos y la India y el importante aumento de las inversiones en este sector”.
Los datos de la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras revela, además, que otros que ganan como nunca son los banqueros. Así, la docena de bancos comerciales, extranjeros y nacionales, que operan en Bolivia obtuvo una ganancia líquida de 42,9 millones de dólares en el primer semestre del 2007, el mayor registro de las últimas dos décadas. En el 2006 las utilidades fueron de 57 millones de dólares y en el 2005 de 28 millones. Son tiempos de bonanza para los banqueros, que utilizan a fondo su extraordinaria habilidad para pagar muy poco por los ahorros de la gente y ofrecer créditos con una elevada tasa de interés.

publicado por La Epoca www.la-epoca.com

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